lunes, 31 de marzo de 2014

Amar lo pequeñito

Amo lo pequeñito
lo insignificante
lo cotidiano
los minutos que parecen nada
si no hay productividad,
y para mi encierran alma, esencia...
autenticidad, 
calma, observación, creatividad.

Lo pequeñito en lo cercano
también en lo lejano
que provoca grandes emociones...

En la inmensidad de la naturaleza...
me sorprende una avispa
queriendo enterrar en la arena
a una compañera muerta
que sujeta con sus patas
y que apenas le deja levantar el vuelo...
mucho menos excarvar...
sin embargo, perdura en el intento
sin dejarla ni un momento
para hacer el hueco...
siendo ajena a mi asombrada mirada.

No me deslumbra el prestigio
la fama, ni el glamour
me alumbra el detalle
la persona, el interior, lo sutil.

Una única rutina tengo,
ir a trabajar caminando...
el mismo trayecto diario
y cada día me sorprendo,
con el canto incansable de los pájaros
las flores de los árboles cambiantes
la luna, las estrellas
el cielo, 
el amanecer
el calorcito del sol en un día frio
el sabor de un helado,
la conversación espóntanea
la soledad, la compañia,
la impotencia de un padre
el desafío de un niño
sencillamente...amo lo pequeñito.

Por eso, allí donde estoy...
cada vez que paseo...
algo diminuto encuentro
que gozo al ver 
que atrae mi atención y me entusiasma.


Pd.: ¿Cuántas cosas pequeñitas disfrutas en tu mundo? Esos son los recuerdos que nos quedan y llenan el alma...como cuando eramos niños.

jueves, 27 de marzo de 2014

Un beso etéreo

  
UN BESO ETÉREO

Para tocar el cielo
Un beso etéreo...que no puede olvidarse, de esos en los que acercas las bocas lentamente y los ojos esperan el momento de cerrarse.  

Un beso que no necesita labios sensuales, ni labios rojos, tan solo labios llenos de ternura, sentido y sensibilidad. Unos labios que al unirse... puedan sentir la cercanía de la piel del rostro, el olor de la esencia, el sabor de la lengua y perderse en la hendidura de la boca. 

Un beso suave, lento y duradero...un beso con un sentimiento inexplicable. 

Tal vez por ser el primero y el último. O por estar solo en palabras...un beso que sabe a inicio o a despedida.

Un beso profundo, un beso que sana, que no daña, que no deja escozor por la pasión, intensidad y duración. 

Un beso que parece eterno mientras se graba a fuego en la memoria...que relaja el corazón aunque inunde todo el cuerpo de calor.

Un beso que fortalece, que nos hace sentir amados, un beso que abraza, que mima, que entraña la fuerza del amor más delicado.

Un beso que nunca se equivoca.

martes, 11 de marzo de 2014

Carta de la misma hija a su padre

Hola papa:

        Cuántos años separados, desperdiciando una relación no cultivada. ¿Porqué? ¿Por nuestras infancias? La tuya y como consecuencia también la mía. ¿Culpables? nosotros mismos por no tener el valor de afrontarlo y admitir que nos hemos equivocado para poder cambiar las cosas.

        Pero la vida nos da otra oportunidad, de conocernos, de estar un poco más, de sabernos padre e hija, sin rencores, sin reproches, desde la sinceridad, con nuestras inseguridades y nuestros miedos. ¿Qué difícil es eso verdad? Sin embargo, es la única manera de acercarnos como seres humanos.

        Ahora estás triste porque tu capacidad física se ve disminuida. ¿Durante cuánto tiempo la has gozado? Tal vez es tiempo de mirarse dentro y reconciliarse con uno mismo. Que uno, no es por lo que se ve, sino por el amor que aún tiene. 

        A tu alrededor hay cariño, pero que no sea a cambio de dinero...si no, ese sentimiento es pobre y se esfuma como la espuma, haciéndote prisionero.

        ¿Y tus hermanas? apenas conozco a mi familia y quiero saber quienes son y tener relación con ellas también. 

         Ahora sé que te quiero y que necesito conocerte. Que me parezco mucho a ti y que lo que siempre había rechazado como algo malo en mí, no es para tanto.

         Que cualquier persona con amor y responsabilidad tiene valor.
        
         Que yo hoy me siento mejor conmigo misma, que quiero mucho a mi hija y también a mi familia.
         
         Por mi parte no hay rencor aunque haya muchas dudas...pero al fin y al cabo el que fuiste ya no eres, lo que hiciste no se borra y entonces ¿que nos queda? Vivirnos el aquí y ahora, desde lo que hoy somos y hoy sabemos.

        ¿Acaso no es una buena razón para compartir el tiempo que nos queda?

         Yo también quiero aprovechar esta segunda oportunidad y vivir tranquila.

         Un abrazo de tu hija.